EVANGELIO DEL DÍA JUEVES 29 DE SEPTIEMBRE DEL 2016   

              

 

    Juan 1, 47-51: “En aquel tiempo, Cuando Jesús vio venir a Natanael, dijo de él: «Ahí viene un verdadero israelita: éste no sabría engañar.» Natanael le preguntó: « ¿Cómo me conoces?» Jesús le respondió: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas bajo la higuera, yo te vi.» Natanael exclamó: «Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.» Jesús le dijo: «Tú crees porque te dije que te vi bajo la higuera. Pero verás cosas aún mayores que éstas. En verdad les digo que ustedes verán los cielos abiertos y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre.»

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 

En la celebración litúrgica de hoy tenemos la fiesta de los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Los arcángeles como emisarios o representantes de Dios eran adorados en las antiguas tradiciones persas y mesopotámicas y fueron integrados en el Antiguo Testamento. Ellos son, hoy en día, fuente de devociones en el cristianismo y en religiones esotéricas.

El Evangelio de Juan, capítulo 1, versículos 47 a 51. El tercer día después de Jesús haber sido bautizado por Juan, completa el grupo de sus cinco primeros discípulos, que ya eran discípulos de Juan Bautista. Después del llamado, y la adhesión de Andrés, Pedro y el discípulo cuyo nombre no se menciona, Jesús se encuentra con Felipe y lo llama «Sígueme».

Felipe, Andrés y Pedro eran de Betsaida, un pueblo en el territorio de los gentiles, que estaban bajo una gran influencia helénica. Felipe y Andrés son nombres griegos. La experiencia de conocer a Jesús lleva al discípulo a invitar a otros a disfrutar de la misma experiencia. Así Felipe encontró a Natanael y lo llama.

Natanael ante el origen humilde de Jesús, expresa su incredulidad: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?». Felipe entonces hace a Natanael la misma invitación que Jesús hizo Andrés y al otro discípulo: «Ven y verás». En el primer contacto con Jesús, Natanael, impresionado por sus palabras, lo aclama como rey de Israel. Sin embargo, Jesús rechaza tal título, afirmándose a sí mismo como «Hijo de Hombre».

Natanael pasa a ver a Jesús desde una perspectiva de poder. «Rey de Israel» es alusivo a David, cuya memoria ha dado origen a la expectativa mesiánica. Jesús rechaza este título y se proclama Hijo de Hombre, que expresa la presencia de Dios en la sencilla condición humana. Este Hijo de Hombre, Jesús, no viene sobre las nubes, como en la visión de Daniel, se encuentra en la tierra donde nació, y sobre él está el Espíritu de Dios.

Jesús, Hijo del Dios de amor, es la presencia y la comunicación de Dios a los hombres y mujeres en la tierra, a todos los pueblos y en todos los tiempos. Asumiendo la condición humana, Jesús la engrandece, revelando que los hombres y las mujeres han sido creados por Dios para ser sus Hijos. Pidamos a Dios para que nos conceda tener un encuentro profundo con Jesús que viene a sembrar la paz en nuestros corazones. Amen.