EVANGELIO DEL DÍA JUEVES 14 DE JUNIO DEL 2018

 

Mateo 5, 20-26: “En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo se lo digo: si no hay en ustedes algo mucho más perfecto que lo de los Fariseos, o de los maestros de la Ley, ustedes no pueden entrar en el Reino de los Cielos. Ustedes han escuchado lo que se dijo a sus antepasados: «No matarás; el homicida tendrá que enfrentarse a un juicio.» Pero yo les digo: Si uno se enoja con su hermano, es cosa que merece juicio. El que ha insultado a su hermano, merece ser llevado ante el Tribunal Supremo; si lo ha tratado de renegado de la fe, merece ser arrojado al fuego del infierno. Por eso, si tú estás para presentar tu ofrenda en el altar, y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí mismo tu ofrenda ante el altar, y vete antes a hacer las paces con tu hermano; después vuelve y presenta tu ofrenda. Trata de llegar a un acuerdo con tu adversario mientras van todavía de camino al juicio. ¿O prefieres que te entregue al juez, y el juez a los guardias que te encerrarán en la cárcel? En verdad te digo: no saldrás de allí hasta que hayas pagado hasta el último centavo”.

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

El santoral del día nos presenta entre otros santos la fiesta en honor a los Santos Mártires de Córdoba Anastasio, Félix y Digna. Anastasio era diácono de la iglesia de San Acisclo en Córdoba y se convirtió en monje en el monasterio y convento de Tábanos. Félix era de Alcalá de Henares, de origen bereber, y se ordenó monje en Asturias pero se desplazó a Tábanos buscando el martirio. Digna era monja también allí. Fueron ejecutados el 14 de junio del 853.

Y la liturgia del día nos presenta el Evangelio de Jesucristo, según San Mateo capítulo 5, versos del 20 al 26, en el que se relata del discurso de JESÚS, dada a sus discípulos entorno a la Ley de Dios, la cual es aplicada de una manera más humana para que de el fruto esperado por Dios, que es el de tener una comunidad de respeto de orden y de amor.

Jesús no cuestiona las exigencias de la Biblia ni se contenta tampoco con hacer un comentario de ellas; la ley de Cristo es un llamado a la purificación del corazón, es decir, de nuestras intenciones y deseos. Es una nueva lucidez que nace de una mirada puesta en Dios. Cuando nos volvemos hacia el Padre, descubrimos cuán imperfectos son los criterios humanos de moralidad. Dejemos, pues, de llamar solamente pecado a aquello que los hombres notan y condenan. Mis pecados son los malos pensamientos y deseos que alimento en mi interior y que producen malos frutos cuando se presenta la ocasión.

A menudo reconocemos que somos fríos para amar a Dios, poco perseverantes en el camino del bien. Este es el resultado de muchos pecados y maldades cometidos a lo largo de los años. Quizás hemos logrado olvidarlos, pero no hemos reparado los daños que hicieron a nuestra conciencia.

Hay personas que piensan que la propuesta y el mensaje de JESÚS, se caracteriza por ser facilista respecto a la Ley judía. JESÚS nos enseña que no es así y que vivir el Evangelio exige algo más que cumplir la Ley. Ya que para cumplir la Ley es suficiente no matar. Desde el punto de vista de la letra de la Ley, este es un mandamiento que cumplimos más del 99% de la población mundial.

Por tal motivo hay muchos que piensan estar cumpliendo este mandamiento. Pero JESÚS no quiere que nos limitemos a evitar asesinar a los demás. Eso no es lo que nos distingue de los demás, pues en todas las culturas quitar la vida es una atrocidad y es castigado por las leyes civiles. El cristiano no es el que no asesina, sino más bien el que trata con bondad y con misericordia a su prójimo. Por eso JESÚS prohíbe la violencia verbal, como elemento que nos aleja de Dios e impide nuestra salvación.

Señor JESÚS, ayúdanos a erradicar de nuestras bocas toda violencia verbal porque nos aleja de Ti y de nuestros semejantes, permítenos más bien tener siempre unas palabras de amor y de esperanza para contribuir con la construcción de la nueva sociedad que todos soñamos. Amen.