EVANGELIO DEL DÍA JUEVES 21 DE JULIO DEL 2016   

              

  Mateo 13, 10-17: “En aquel tiempo, los discípulos se acercaron y preguntaron a Jesús: « ¿Por qué les hablas en parábolas?» Jesús les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos, no. Porque al que tiene se le dará más y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran, y no ven; oyen, pero no escuchan ni entienden. En ellos se verifica la profecía de Isaías: Por más que oigan, no entenderán, y por más que miren, no verán. Este es un pueblo de conciencia endurecida. Sus oídos no saben escuchar, sus ojos están cerrados. No quieren ver con sus ojos, ni oír con sus oídos y comprender con su corazón. Pero con eso habría conversión y yo los sanaría. ¡Dichosos los ojos de ustedes, que ven!; ¡dichosos los oídos de ustedes, que oyen! Yo se lo digo: muchos profetas y muchas personas santas ansiaron ver lo que ustedes están viendo, y no lo vieron; desearon oír lo que ustedes están oyendo, y no lo oyeron”.

 

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 

En el evangelio de hoy, Mateo, capítulo 13, versículos del 10 al 17, tenemos una explicación sobre el por qué, Jesús habla en parábolas, y le explica aparte a los discípulos, quienes tenían el privilegio de comprender el mensaje de Jesús, en cambio, a los demás, Jesús les habla en parábolas, y el mensaje queda oculto.

Tal explicación tiene su origen en una profecía de Isaías, que dice: “Ciertamente el corazón de este pueblo se ha hecho insensible. Ellos oyen  pero no entienden”. Las primeras comunidades cristianas, a las cuales Mateo se dirige, estaban enfrentadas con los fariseos y recurrirán a este texto de Isaías, a través del cual sugerían que estos fariseos serian condenados por la dureza de sus corazones.

En conclusión tenemos la proclamación de Jesús: “Felices sus ojos porque ven, sus oídos porque oyen. En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”.

Jesús habla en parábolas para clarificar mejor su revelación sobre el Reino de Dios, aquellos que tienen el corazón abierto para acoger, tendrán la vida Eterna. Jesús vino para revelar el amor de Dios, que a todos nos acoge y a todos nos ofrece la vida abundante. La parábola, por su simplicidad de imágenes a las que recurre, es una forma literaria eficiente para la comprensión de las palabras de Jesús. Son también sugestivas para motivar a los oyentes a comprometerse con el Reino que les es revelado a través de estas palabras.

Los discípulos que gozaban de la presencia de Jesús, a quienes se les revela la propuesta del Reino, son bienaventurados. Ellos ven y viven con Jesús, oyen sus palabras, realidad que muchos profetas y justos desearon ver y oír, pero no pudieron.

Existe un tiempo para todo. En la etapa de la Encarnación los primeros discípulos gozaron de esta bienaventuranza. Después, terminado el ministerio de la vida pública de Jesús, el Jesús histórico, se profetiza una nueva bienaventuranza “bienaventurados los que no necesitan ver para creer, y creen sin haber visto!”, Según el evangelio de Juan, en el pasaje del encuentro de Jesús con Tomás.

Jesús es la Palabra viva de Dios que a todos ilumina y orienta, sin  exclusiones, revelando el camino que conduce al Padre. En comunión con Jesús, en su amor misericordioso y con nuestro corazón abierto, pidamos la fortaleza del Espíritu Santo, para ser testimonio de la presencia de Dios en el mundo. Amen.