EVANGELIO DEL DÍA MARTES 7 DE MARZO DEL 2016

Mateo 6, 7-15: “En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos cuando pidan a Dios, no imiten a los paganos con sus letanías interminables: ellos creen que un bombardeo de palabras hará que se los oiga. No hagan como ellos, pues antes de que ustedes pidan, su Padre ya sabe lo que necesitan. Ustedes, pues, recen así: Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo. Danos hoy el pan que nos corresponde; y perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno. Porque si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, también el Padre celestial les perdonará a ustedes. Pero si ustedes no perdonan a los demás, tampoco el Padre les perdonará a ustedes”.

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

Hoy la Iglesia hace memoria de las Santas Perpetua y Felicidad, dos madres jóvenes, martirizadas a comienzos del siglo tercero y cuyos nombres fueron incluidos en el antiguo Canon Romano, esta memoria nos hace recordar que mañana celebraremos el Día Internacional de la Mujer. Pidamos que Sean para nosotros un signo de la ternura y la bondad divina.

En la liturgia de hoy Jesús maestro de oración una vez más, se propone enseñarnos a orar. Y lo hace de una manera práctica: con la oración del Padre Nuestro, donde décimos Abba (papi o papito) lo cual es el hilo conductor de toda oración, marcada por la familiaridad y la sencillez.

El tono confidencial del niño parece prescindir de largas explicaciones y formalidades. El Padre conoce nuestras necesidades antes que le pidamos. Por

tanto cuando recen, no usen muchas palabras como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho serán escuchados. Ustedes recen así: Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, y hágase tú voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos han ofendido y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal.

Aprendemos a rezar escuchando la Palabra del Señor y participando de su misterio pascual, en todos los tiempos, y los acontecimientos de nuestra vida y que el Espíritu santo de Dios. No hay otro camino para la oración cristiana que Cristo. Nuestra oración comunitaria y personal, tiene acceso al Padre solo si oramos en el nombre de Jesús. Por lo tanto, Jesús es el camino por el cual el Espíritu Santo nos enseña a orar a Dios nuestro Padre (cfr. CIC Nº 2659/2664).

Jesús nos enseña a orar siempre. Siendo Hijo de Dios, nunca dejó de relacionarse en intimidad con su Padre, por tanto la oración no puede faltar en la vida de un Cristiano, es el alimento que nos vigoriza y la luz que nos ilumina y nos abre a conocer la verdad del Reino, revelada a los pequeños y sencillos.

Jesús termina su enseñanza colocando el perdón como una exigencia de una oración humilde, sincera y agradable a Dios. Jesucristo amor encarnado es la Palabra eterna del Padre, es palabra viva y eficaz capaz de vivificar y santificar nuestra fragilidad y transformar nuestros corazones. En esta Cuaresma, dejémonos moldear y convertir por la Palabra de Dios, para ser testigos presenciales de su Amor infinito. Amen